sábado, 26 de noviembre de 2016

DE CARTAS PATANAS, DE LUCÍA CARRO MARINA

Escojo estos párrafos del valioso libro de la escritora Lucía Carro Marina que, bajo el título de Cartas Patanas ha sido editado el presente año en la editorial Biblioteca Nueva, y que está lleno de conocimiento liberador: "(...) contemplé algo que en Occidente se ve poco: la relación de amistad y fidelidad que se guardan objeto y amo. La lealtad hacia el objeto que nos ha valido, que se ha portado con nosotros. El usuario deja de ser mero usuario y pasa a ser "amo" -un vínculo diferente al de "dueño", aquí en Oriente-, se convierte en valedor y paladín del objeto que en Occidente arrojamos a la basura, impasibles y sin conmiseración con la recientemente adquirida certeza, curiosamente evidente, de que "hay que comprar otro".
El objeto con el que hemos convivido y que ha sido testigo y compañero, hay que defenderlo y serle fiel, no sólo por la pobreza. Este enser se convierte en un bajo continuo del afán diario, que emprende de nuevo el ritmo, una vez reparado, sin fallar, y a quien no se le debe fallar.
En las moradas en las que se practica esta devoción, la connivencia con las cosas y los enseres "inanimados" de la casa segrega una dinámica de relaciones nobles y una dignidad muy otra. Lo que en Occidente llaman "cutre" es aquí bravura, aguante y sentimiento, como reza la jota aragonesa.
Esa lealtad, que cuesta más esfuerzo que el "comprar uno nuevo", también genera ingenio y creatividad que los amos derrochan para mantener vivos a sus fieles. No es apego, es justicia. Una alcurnia que se echa de menos en los interiores high tech impolutos y niquelados como quirófanos de las casas que famosos y futbolistas de moda exhiben en ciertas revistas.
Dichas publicaciones están difundiendo la necesidad de un tipo de interiores "eficaces" con mil adelantos que eliminan "gestos inútiles", y las cosas que "hay que tirar".
Esto supone una mecanización de la gestualidad y de la atención, una supresión de los interiores del corazón y el exilio de las corazonadas, una automatización de la circulación de energía que no deja lugar a otra limpieza, más exhaustiva, que se siente y se huele en interiores "fieles" que estoy conociendo en el tercer mundo.
En nuestros viajes de campo he comprobado que la higiene y lo curioso tienen múltiples actualizaciones, que no corresponden al olor a limpio estándar que se compra en los supermercados. Si quieren que les diga la verdad, la falta de ternura y creatividad de los interiores de diseño, que se estilan ahora en Occidente, huele a cerrado."

jueves, 21 de julio de 2016

PREPARATIVOS PARA EL VIAJE Y ENCUENTRO CON LA VERDAD (3).

En la mañana invernal llena de transparencias, azules claros y grises suaves que casi se pueden acariciar, até, cerré mi maleta y metí algunos libros en la mochila que me eché a la espalda. Y nada más iniciar el camino vi que en él también estaban familias con aire festivo, grupos de invitados a alguna boda, los amigos de los novios; excursionistas que se encaminaban a alcanzar la cima todavía nevada; escolares en compañía de sus profesores; afiliados a algún partido político que se dirigían a un mitin; una agrupación vecinal, y qué se yo. Y a veces algunos querían adelantar a otros. Pero vi también al borde del camino a una anciana algo achacosa, pero no exenta de belleza parecida a la del muérdago, que con su lentitud casi nos impedía avanzar. Me dijo que era la Verdad, y a su paso lento quise acomodar el mío.

PREPARATIVOS PARA EL VIAJE

lunes, 18 de julio de 2016

EL VIAJE (2)

No deseo de vivir más, sino sólo de vivir, es deseo de intensidad. Ya no hay espera, sino esperanza. En esto soy meridional, tengo mis mapas y ya estoy preparada para el camino, aunque mis caminos sean todos los caminos, incluso el cortado como el tronco más bello que la flor con su olor a piña seca. De El Emparrado.

sábado, 16 de julio de 2016

LA PEÑA DEL ÁGUILA, (VIAJE 1)

En la casa del padre, en la casa del padre hay muchas moradas. Yo vivo en el segundo patio interior entregada al sueño, la meditación y la lectura de los libros sagrados, sentada en el suelo. Suena el timbre. Me llama mi padre a su despacho de la zona suntuaria, y así me alecciona: "Hija mía muy amada, si en esta vida compensa depender de algo es de un sueño; el resto es destrucción. Y si no, mírame a mí; después de recorrer el mundo entero estoy como al principio: pienso en uno que no conozco. No te muevas, puesto que alejarse es ya regresar, y el punto de partida es siempre el lugar de llegada, pues todo viaje se completa con el retorno; pero escucha atentamente los relatos de los vagabundos que vengan a visitarte. Vuelve a tu habitación, hija mía muy amada. Que en la casa del padre hay muchas moradas, muchas moradas". De La Pobreza Dorada.

domingo, 22 de mayo de 2016

LA MONTERÍA VEGANA

Me atrevo a ofrecer una descripción de una montería vegana, cuya idea lanzo. Y digo "montería" porque ésta no es solamente cacería y muerte de la res. Aunque al montero no le "entre" nada, cuando está en el puesto durante muchas horas que parecen una eternidad, no por eso deja de sentir la intensidad y la emoción de la espera. Ha llegado a la cita casi de madrugada; se leen las armadas, es conducido a su puesto. En el día de invierno el silencio se hace casi absoluto y sobrecogedor, cuando de repente es interrumpido por la suelta de los perros de las rehalas y por las llamadas de los perreros y los gritos de los ojeadores que lo llenan todo de animación, sonido y color; y los oídos están atentos al monte. Se espera en realidad que "pase" un milagro, aunque pueda estar encarnado por algún jabalí o venado. Después de algunas horas vuelve a imponerse el silencio, con la excepción sólo de las caracolas de los perreros llamando, a la hora de la recogida, a los perros. Y entonces después de mucho tiempo pueden escucharse otra vez voces humanas en el momento de la retirada de las armadas guardando un orden escrupuloso, y en el reencuentro entre sí de los monteros, los cuales antes habían permanecido manteniendo rigurosamente las distancias debidas entre los puestos, como una manifestación de respeto incluida en tan antigua tradición. Cuánto me ha servido a mí el arte de la montería, no de la cacería, el arte de la espera, a pesar de no haber matado nunca ninguna res. No soy "novia". Pero me bastó con ver pasar la bella pieza, admirarla y dejarla ir. Siempre me entraba una Piedad con un animal en los brazos.