martes, 2 de julio de 2013

LA ABOMINACIÓN DE LA "CHANCLA"

Recuerdo que cuando yo era niña las mujeres sabían andar muy bien. Ahora sin embargo oigo el arrastrar de las chanclas con desagrado.
En caso de usar chanclas habría que saber deslizarse y no arrastrarse por los centros comerciales, por los museos, por los espacios públicos que comparten todos los ciudadanos, cada uno de los cuales tiene derecho a conservar sus apetencias estéticas y a no ser perturbado. ¿O es que acaso una democracia ha de ser una de las formas que adopta resignación?
Por mi parte asisto con disgusto al reinado de la chancla, y observo que quienes abusan de ella, imitando de manera tan fiel a los palmípedos, en muchas ocasiones hacen gesto de afectada indiferencia, de fingido desprecio hacia sus semejantes.
Tampoco soy partidaria de los tacones altísimos que obligan a andar dando tropezones.
¿Es que ha olvidado esta humanidad que entre las chanclas y los tacones inalcanzables existe toda una gama exquisita de posibilidades: el medio tacón, aquellos inolvidables mocasines, las playeras blanquísimas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario