domingo, 4 de marzo de 2018

1898-2018

Me encuentro estos días con el libro entre mis manos de Manuel Tuñón de Lara titulado España: la quiebra de 1898, editado en 1986, dentro de la BIBLIOTECA DE LA HISTORIA DE ESPAÑA, habiendo encontrado yo el ejemplar del que ahora disfruto en la Cuesta de Moyano, a salvo (por lo menos de momento) de las imposiciones de los intereses y de las técnicas de mercado; y en donde la búsqueda de un libro puede todavía equipararse a la de encontrar un tesoro escondido.
Nuestro libro lleva como subtítulo: Costa y Unamuno, en la crisis de fin de siglo.
¿Podría equipararse 2018 a 1898, después de la situación originada por el problema catalán que afecta al solar del Estado Español?
¿La crisis de la Restauración es extrapolable a la Transición?
No puede negarse la existencia de un paralelismo, pero tampoco puede dejar de dudarse sobre la similitud entre ambos periodos; si bien la misma perspectiva que nos sobra para enjuiciar el primero nos falta para acercarnos al segundo.
Según mi opinión, si pudo hablarse en su día de crisis auténtica de la Restauración, no es acertado referirse todavía a una crisis de la Transición, sino sólo a la conveniencia de hacer una crítica a ser posible constructiva de la segunda; es decir, darle auténtica perspectiva como consecuencia del ejercicio reflexivo.
Una diferencia importante entre ambos periodos de nuestra Historia radica en que el pueblo español ha conseguido alcanzar un nivel de cultura, en su conjunto, muy superior al de 1898, lo cual le permite expresarse por su propia iniciativa, sin liderazgo político, de manera pacífica y eficaz, como ha demostrado estos días a través del movimiento denominado Tabarnia, de el protagonizado por la Sociedad Civil Catalana, o de las iniciativas promovidas por padres de víctimas de graves delitos. Pues si hace un siglo el pueblo sólo se podía manifestar mediante actividades revolucionarias, ahora puede conseguirlo a través de actividades "evolucionarias".
Otra cuestión importante es que la monarquía de última generación, representada por el rey actual, se muestra más capaz de defender los intereses del Estado y del pueblo. Puede concluirse con que, por paradoja, una de las instituciones más modernizadas actualmente sea la monarquía, a diferencia de lo que sucedía en aquella época pretérita. Por el contrario, la crisis que padecen hoy algunos partidos de la izquierda consiste precisamente en que adolecen de cierto arcaísmo involutivo, al que deberían hacer frente con el fin de no perder electores.
Cierto es que, a diferencia de lo que sucedía en 1898, se echa de menos en 2018 la influencia en la vida pública de intelectuales de la categoría de Joaquin Costa, Miguel de Unamuno, Blasco Ibáñez, Pérez Galdós, Azorín. Aunque puede ser que existan, pero sin que sea advertida su presencia en toda la sociedad, por ser neutralizada por los grupos de interés.
La última diferencia entre 1898 y 2018 es que ya formamos parte sustancial de Europa, lo que nos tranquiliza.

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